Examen de conciencia y arrepentimiento de corazón. Tras dos semanas de reflexión y muy bien asesorado Íñigo Onieva ha comparecido arropado por su familia y ha pedido perdón públicamente a Tamara Falcó. Reitera que se lo pedirá todas las veces que haga falta.
¿Llamada a la reconciliación? Mea culpa, hundimiento anímico, dolor al darse cuenta de lo que ha significado su confesada infidelidad a la hija de Isabel Preysler. Este Iñigo es muy distinto al que conocíamos, al juerguista empedernido, al ligón de tres al cuarto.
Su sinceridad y humildad al atender esta tarde de domingo a los reporteros demuestra que se siente muy mal. “Estoy totalmente arrepentido”, lanza a los cuatro vientos, seguramente para que Tamy reconsidere su rotunda decisión de perderle de vista para siempre.
Una fuente cercana a la marquesita de Griñón nos desvela que “las palabras de Iñigo han enternecido a Tamara. No ha podido reprimir las lágrimas. El amor no se diluye en un mes, y ella sigue muy enamorada de un hombre que le hizo tanto daño. ¿Reconciliación a la vista? Es pronto para apostar por ello. Si Tamara reconsiderara las cosas y calibrara ese reencuentro, Onieva tendría que cambiar totalmente. Radicalmente. Y si siguen saliendo chicas que cuentan que Iñigo intentó ligar con ellas mientras salía con su novia, el asunto se enrarece aún más si cabe. El problema es que Tamy ya no se fía de él, le cuesta entender que le haya podido poner los cuernos no con una sino con varias mujeres”.
Este mismo domingo, tras hablar con los periodistas, salió por una puerta lateral del restaurante en el que había comido con su familia y se dirigió al piso que compartió con Tamara. Recogió las pertenencias que le quedaban y la moto que todavía tenía allí aparcada.