Cuando la vida se vive con pasión, es difícil no encontrar motivos para amarla. Para María Teresa Campos, la gracia de vivir estaba en la vocación de contar. Lo supo en su juventud malagueña, cuando, resignándose quedarse en casa, hizo las maletas rumbo a Madrid. Allí descubrió que el camino ante el que se aventuraba era el correcto: definitivamente, a lo que nunca iba a renunciar era al periodismo. A sus 82 años, ha fallecido una de las comunicadoras más influyentes de nuestro país.
Dedicada a la información durante más de medio siglo -trabajó 26 años en la radio y 25 en la televisión-, María Teresa Campos Luque (Tetuán, 1941) deja huella como una de las voces más célebres del periodismo en España. Apuntaba maneras en sus inicios y las expectativas se cumplieron. Desde 1968, cuando era conocida como ‘Mari Tere Campos’, arrasó con carisma y soltura en programas de entrevistas y magacines de carácter informativo y de divulgación, tanto en el sector público como el privado, hasta figurar entre los grandes talentos del sector. Lo dicen sus reconocimientos: fue laureada con importantes galardones, como dos premios Ondas, la Medalla al mérito en el Trabajo o el premio Clara Campoamor. Algunos de muchos.
Periodismo todoterreno
Sus proyectos más relevantes en la radio los desempeñó en Cadena COPE -en este espacio presentó programas como Español Pop-, Radio Nacional de España -en sus estudios dirigió Apueste por una-, Cadena SER -en sus micrófonos trabajó mano a mano con Iñaki Gabilondo en Hoy por hoy- y Punto Radio -donde condujo Protagonistas, junto con Luis del Olmo-.
En la pequeña pantalla se inició en 1981 y se dejó ver hasta 2021, cuando siguió peleando por hacerse un hueco en la parrilla. En televisión fue la ‘reina de las mañanas’ y, después, la de ‘los fines de semana’. Vivió algunos paréntesis e insistió en que, pese al paso del tiempo y sus necesidades, era capaz de enfrentar cualquier reto posible -más allá de sus trabajos como presentadora, muchos son los españoles que la recuerdan por escenas concretas, como la que protagonizó con la lectura del Manifiesto en contra del golpe de Estado del 23-F-. Mantuvo este mensaje especialmente hacia 1996, cuando se la vinculó con la televisión de ‘las marujas’ con Pasa la vida.
De esta manera, Campos se puso al frente de espacios como Mujeres 72 y fue valorada como una de las periodistas con más credibilidad -así lo registró una encuesta de Gallup en 2003-. Dio un salto de TVE a Telecinco, y con el programa Día a día se convirtió en una estrella mediática. Allí puso en marcha fórmulas pioneras como la mesa de debate política, inédita hasta entonces en televisión, o ‘el corrillo’. Después, en esta cadena encaró Qué tiempo tan feliz, Sálvame, o su último programa, La Campos móvil, que presentó en 2021. Y es que, muy a su pesar, no quería dejar de trabajar. Se lo confesó a Anne Igartiburu meses después. «Yo sé que soy mayor, pero no sé por qué no hay sitio en ninguna televisión de este país para mí. Yo necesito trabajar», dijo, al borde del llanto, en el programa 10 momentos.
Amor, tragedia, crisis y enfermedad
Su trayectoria profesional pasó por picos que estuvieron influenciados, en parte -y como suele ocurrir en todo ser humano-, por las experiencias personales en la parcela amorosa, familiar y económica. En 2015, la prensa se hizo eco de una investigación del patrimonio de Campos realizada por la Unidad de Delitos Financieros de Hacienda, un dato que la presentadora negó rotundamente. En 2019 se habló de que la periodista estaba en la ruina y, poco después, esta puso a la venta su mansión de Las Rozas. Desde 2021 vivía en un amplio piso situado en Aravaca.
Pero, por encima de cualquier cosa, siempre se sienten más los sobresaltos emocionales que dejan el amor y la pérdida. Y, probablemente, uno de los golpes más duros que sufrió la presentadora fue el suicidio de su exmarido, el periodista José María Borrego Doblas, en 1984. Su relación duró dos décadas, tiempo en el que nacieron Teresa Lourdes y María del Carmen, y terminó con la marcha de la comunicadora a Madrid.
Más tarde compartió su vida con Félix Arechavaleta y José María Hijarrubia; y en 2014 se hizo pública su relación sentimental con el cómico argentino Edmundo Arrocet, la cual duró hasta los últimos días de 2019. Por aquel entonces, con la llegada de nuevas voces y propuestas a la televisión, lidiaba con la distancia de la pequeña pantalla. Sin embargo, su varapalo sentimental, así como sus ganas de seguir al pie del cañón -abrió un programa de entrevistas en YouTube por el que pasaron personalidades como David Broncano-, le dieron una mayor presencia.
Pasó a ser una figura pasó al otro lado de la crónica social, espacio donde también destacan sus hijas, Carmen Borrego y Terelu Campos; y su nieta, Alejandra Rubio. Estas siempre la acompañaron en la esfera pública no solo por su influencia dentro y fuera de los medios de comunicación -las tres han tenido una estrecha y turbulenta relación con espacios como Sálvame y, en general, con la prensa del corazón-, sino también por su evolución en el plano personal, donde tuvo un fuerte peso la enfermedad: Araceli, la hermana de la periodista, falleció en 2015 a causa de un cáncer de mama, el mismo al que se enfrentó Terelu. Por su parte, la presentadora fue diagnosticada de un cáncer de garganta y, después, sufrió un ictus.
Eso sí, más allá del drama, la periodista dejó titulares para recordar. Algunos de ellos se pudieron ver en el reality que protagonizó con sus hijas, Las Campos; o en entrevistas en las que compartió perlas que no podían pasar desapercibidas. Entre ellas, que se fumó un porro a medias con el cantante Joaquín Sabina, dando resultado a transcurso de «una entrevista maravillosa»; o que pagó «2,5 millones de pesetas por retirar unas fotos de Pipi Estrada -expareja de su primogénita- con una prostituta». Aunque hubo momentos en los que pensó que sí, de la televisión nunca se fue. En ella dejó, y deja, presencia, talento y corazón.