Tres semanas después del nacimiento de Ana Lequio Obregón, su madre-abuela sigue siendo la absoluta protagonista de la crónica rosa (y lo que no es crónica rosa). La presentadora de 68 años podría tener problemas a la hora de inscribir a su hija-nieta en el Registro español aunque ella, desde Miami, asegura que está tranquila y bien asesorada por sus abogados
La propia Ana Obregón se lo ha reiterado este miércoles a Beatriz Cortázar en El programa de Ana Rosa: «Le volví a insistir y está tranquila en ese sentido. Está cansada de que la utilicen de cortina de humo. Insiste en que su hija es americana. Que tiene el corazón español y la nacionalidad americana, y tarde o temprano será española porque su madre lo es. En el peor de los escenarios, me dice que su hija tiene pasaporte americano», ha explicado la periodista.
En estas tres semanas, Obregón ha expuesto a la pequeña Anita en las revistas y también en sus redes sociales. En Hola dio demasiados detalles acerca de la criatura, nacida por vientre de alquiler, método ilegal en España. Contó que el semen utilizado era el de su hijo fallecido hace tres años, que lo hizo por cumplir su última voluntad y también que ella es su madre legal (de momento en Estados Unidos), aunque ejercerá de abuela.
Todos estos detalles que ha dado en público podrían jugar en su contra si la Fiscalía interviene y pone trabas a la hora de que la pequeña pueda ser inscrita en el Registro español. El propio Alessandro Lequio, que opta por no alimentar una guerra mediática con Ana por la memoria de su hijo, piensa lo mismo: «No son cortinas de humo. Son piedras que ella misma se ha puesto en el camino. No lo pienso yo, lo piensa todo el mundo. Es de lógica», ha explicado este miércoles en su programa.
Este martes, Lequio también puso en entredicho las palabras de la protagonista de Ana y los 7. Obregón aseguró en Hola que la última voluntad de su hijo fue la de tener descendencia y que incluso había un testamento ológrafo que así lo atestiguaba: «Lo que la gente no sabe es que esta fue la última voluntad de Aless: la de traer un hijo suyo al mundo (…) Nos lo comunicó de palabra a su padre y a mí una semana antes de fallecer».
Lequio, en cambio, explicó: «El testamento ológrafo es un testamento escrito, no hablado. Simplemente eso. Es un matiz importante. Lo que diga verbalmente no es un testamento ológrafo», matizó, visiblemente molesto por la situación generada por su ex. Desde la muerte del discreto Aless Lequio a los 27 años, el conde ha optado por el silencio mediático, al contrario que Obregón.