Eran muy pocos los que sabían que María Teresa Campos iba a hacerse unas pruebas médicas este martes. Los más cercanos a la familia. Nadie más. Y Terelu y su hermana Carmen Borrego investigan para descubrir la identidad del topo que filtra datos a la prensa. Son tan precisos que hasta la matriarca tiene un enfado de padre y muy señor mío.
El círculo se estrecha y las sospechas recaen sobre dos personas que hablan habitualmente con las hijas de la veterana periodista, de 81 años, alguien de extrema confianza que ha pasado de ser confidente a traidor. O traidora.
Las hermanas Campos no se esperaban que su revista de cabecera dedicara su portada a su progenitora. De hecho, parece ser que la misma Terelu le había pedido al director de la publicación que dejara tranquila a su madre. Pidió por favor que no se especulara con su estado de salud.
Tras someterse a un chequeo, con radiografías y análisis, a la octogenaria se le ha detectado una anemia controlable, pero los médicos le han prescrito que se alimente adecuadamente, porque come poco y mal. Se ha quedado muy delgada y su estado de ánimo es muy bajo. Lo que le faltaba era enterarse de la existencia del topo. Se siente tan dolida y traicionada como sus hijas. Le cuesta entender este tipo de desengaños.