Aquella niña, fruto de la unión entre Jesulín de Ubrique y Belén Esteban, se convirtió sin quererlo en protagonista de una de las frases virales de la época, incluso cuando no había redes sociales. Hoy tiene 23 años, nos ha dado a todos lecciones de coherencia y buen comportamiento, nunca entró en el juego de la prensa rosa y las exclusivas, ha estudiado fuera, habla idiomas y es sin ninguna duda lo mejor que le ha ocurrido a Belén Esteban, como la propia princesa del pueblo reconoce con orgullo. Ahora, la pequeña Andrea Janeiro se ha establecido en California, donde vive su sueño profesional. Allí la visitó su madre hace días.
La hija primogénita de Jesulín de Ubrique triunfa en Los Ángeles como periodista y reside desde hace meses en California, donde trabaja como periodista y Community Manager. Hace pocas semanas su madre y el marido fueron a visitarla, como recuerda Lecturas en su número de este miércoles. Su hija ejerció de anfitriona de su madre y su marido. Graduada con matrícula de honor en radio y producción digital por la Universidad de Westminster, Andreíta lucha por triunfar como periodista y gestora de redes sociales en Los Ángeles, alejada del ruido mediático que sufriría en España aunque ella siempre se ha cuidado de no mezclarse con ese mundo.
A sus 49 años, Belén Esteban ha demostrado ser una buena madre, una madre coraje que, por encima de sus errores, ha sido capaz de preservar a su hija del tentador contagio de la fama y el dinero fácil, como han hecho muchos cachorros del famoseo, apuntándose al juego y prestándose a posar y conceder entrevistas a cambio de compensaciones y convirtiéndose en influencers y carne de Photocall.
No es el caso de Andrea Janeiro, que se sube al carro de las redes sociales pero desde el otro lado de la cámara, el de experta en Redes y community mánager. Para ello se ha formado en el Reino Unido y ahora continúa su carrera en la Meca del cine, cerca de Hollywood.
Su madre rebaña la fama que aún le queda y prepara modos de vida alternativos a Sálvame y otros templos del cotilleo poniendo en marcha negocios como sus cremas y gazpachos. En medio de la revolución de Mediaset, donde ya vemos que se preparan cambios de caras ante el agotamiento del modelo Vasile, esta visionaria llamada Belén Esteban se anticipó al huracán para no depender de su silla en los magazines ni de los belenazos que tanto dinero le dieron y tanta audiencia proporcionaron a Telecinco.
También supo Belén Esteban marcar una línea roja: su hija estaba fuera de este juego tan lucrativo como peligroso. El futuro de su hija y lo que le convenía fueron sus prioridades. La princesa de San Blas superó su matrimonio tóxico con Fran, sus adicciones, dejó de hablar todos los días de Jesulín y Campanario y se gastó buena parte de la fortuna que ganaba vendiendo escándalos en educar a su hija y darle un futuro basado en una sólida formación, con valores y vocación.
Es la parte buena del balance vital de Belén Esteban, que se suma a su feliz matrimonio con un hombre bueno, el ambulanciero que la centró, que la hace feliz y quiere a su hija. En el debe de tenemos las secuelas del accidente que sufrió, cómo no, delante de toda España, en pleno plató y cuyas secuelas no acaban de cerrarse. Belén está mejor pero aún teme poder quedarse coja. Se recupera aún de aquella terrible caída que sufrió hace casi un año y le provocó graves fracturas de tibia y peroné.
Nacida el 20 de julio
Nacida un 20 de julio de 1999 en la Clínica Belén de Madrid, los fotógrafos rodeaban el centro sanitario situado en el número 7 de la Calle José Silva, la misma en la que cuatro años atrás la banda terrorista ETA había intentado matar a José María Aznar volando el coche blindado del entonces líder del PP y aspirante a suceder a Felipe González al frente del Gobierno. Llegaba al mundo así, entre los focos, la persona más importante en la vida de ese personaje descomunal, casi inabarcable y desde luego inexplicable llamado Belén Esteban.
Pero lo que fascina de Andrea Janeiro es que, al contrario que su madre, es casi una desconocida. Andrea cumplirá en julio 24 años y, contra todo pronóstico, tiene la cabeza mejor amueblada de sus dos familias y que muchísimos jóvenes (y no jóvenes) de su edad, a pesar de la colosal presión mediática que ha percutido su vida.
n la primera planta de aquel pequeño hospital cercano a la calle de Arturo Soria, un rubia de apenas 25 años, novia del joven torero Jesulín de Ubrique (es justo dos meses más joven que la Esteban) había ingresado el 19 de julio de 1999 para dar a luz a la primogénita del diestro gaditano. Humberto Janeiro y Carmen Bazán procuraron a la cría que iba a traer al mundo a su nieta una habitación deluxe, la más grande del centro sanitario. En la esquina, junto a la puerta, custodiada por el chófer de la familia del matador y algún que otro mozo de espadas reconvertido en escudero, ayudante-guardaespaldas, docenas de ramos de flores y tiestos con plantas se revolcaban por el suelo blanco del pasillo.
Ni rastro de Jesulín ni de sus padres ni de Carmen Janeiro. Sí se bajaban a la puerta del centro sanitario, a fumar o a respirar al calor del verano madrileño, el padre de la parturienta, Francisco Esteban de Diego (1939 – 2006), a punto de ser abuelo de Andreíta, y su mujer, María del Carmen Menéndez Sánchez. Ni se imaginaban los abuelos lo famosos que incluso ellos iban a ser.
Fotografiada en la incubadora
La niña llegó con una bronca debajo del brazo y sus padres, que nunca se casaron, se separaron poco después. La relación entre Belén y Jesulín, la que fabricó el fenómeno y todos sus derivados, en verdad solo duró cuatro años, tal vez algo más.
El nacimiento de Andreíta había levantado tal expectación que dos paparazzi se colaron en la clínica, lograron acceder a los escaparates del nido-incubadora, situados en la planta superior, y obtuvieron las primeras imágenes de Belén Esteban con la pequeña bebita.
Fue allí donde inmortalizaron a su madre junto a ella. Diez Minutos compró el material por 160.000 pesetas de entonces, unos mil eurillos de hoy. A la vez, la fallecida periodista Mayka Vergara, y su inseparable fotógrafo Ángel Llamazares entraban por la puerta principal sin disimulo y con todas las autorizaciones (y un inmenso ramo de flores) para negociar un reportaje pagado por la revista Hola.
Andrea era famosa antes de nacer. “Es un hijo muy querido y será, por tanto, muy bien recibido”, habían anunciado Jesulín de Ubrique y Belén Esteban en exclusiva para la publicación, en enero de 1999. El 20 de julio de ese año vino al mundo. “Yo fui el primero que la vio. La tuve en mis brazos sólo un instante y fue la sensación más fuerte de mi vida. No hay nada más grande en el mundo que mi niña”, declaraba el torero.
En las imágenes que acompañaban al reportaje se podía ver a los felices padres con el bebé en Ambiciones, la finca del torero situada a ocho kilómetros de la localidad gaditana de Ubrique (Cádiz). Jesús declaraba que la llegada de su hija había sido un deseo cumplido: “Andrea ha sido una hija buscada con amor. He tenido una niña con la mujer que quería, cuando he querido y queriendo. Y hay que tener las ideas muy claras”.
También detallaba las cualidades que deseaba para su pequeña, que descansaba tranquila en brazos de su padre. “Me conformo con que la niña tenga el corazón de la madre y la casta, la sangre y las reacciones que yo tengo en momentos determinado”, decía.
Belén contaba los nervios que había pasado durante su nacimiento y destacaba que la presencia del diestro a su lado había sido la mejor medicina. “Estaba nerviosa y preocupada. La compañía y la presencia de Jesús me tranquilizaban, y sabía que no iba a pasar nada”. Pero Jesulín no estuvo con ella todo el tiempo. “Por el momento no tengo intención de casarme, pero si el día de mañana hay que hacerlo, nos casamos sin problema alguno”, decía Jesús. Su alegría duró apenas un año. Una ruptura polémica que situó a su hija en el centro de los comentarios y de no pocos enfrentamientos entre ambos.
Lo mejor de la Esteban
Casada con Miguel Marcos (‘El Migue’) desde hace cinco años y nueve de relación, la madre de Andrea ha pasado de ser la “princesa del pueblo” a “reina” de su propio imperio mediático, el que lleva su nombre, que convierte en oro todo lo que toca: su propia empresa de productos alimenticios, Sabores de la Esteban, de la que espera vivir cuando se retire de la tele.
Pero sin duda la mejor obra de Belén es Andreíta, y si una parte de la fortuna que ha ganado la de San Blas ha sido para levantar una mujer como Andrea, la Esteban tiene el cielo ganado. Bien es cierto que siempre ayudó a los suyos y que incluso en el periodo más oscuro de su vida, cuando estaba carcomida por la adicciones e inmersa en una relación autodestructiva (su primer marido acabó quitándose la vida), el hilo de amor a su familia la salvó y la persona más importante de esa familia es Andreíta.
El caso de Belén Esteban ha sido estudiado en universidades, su nombre figuró en el examen para obtener la nacionalidad española, junto al de Paquirri o escritores del Siglo de Oro, ha protagonizado algunos de los momentos más vistos en la historia de la televisión (los ya conocidos como ‘Belenazos’), ha ganado todos realities en los que ha participado y sus memes ya son internacionales.
Jesulín de Ubrique, el padre de Andreíta, nos descubrió a este personaje llamado La Esteban en 1995, cuando el torero más deseado se enamoró de una joven desconocida y humilde del barrio de San Blas (Madrid). Poco después, fueron los medios, sobre todo la televisión, los que descubrieron a este personaje capaz de fabricar frases “Yo por mi hija, ma-to”, “Arriba la Esteban”, “PÁ-GA-ME”, “¡Ni que fuera yo Bin Laden!” y, sobre todo, “Andreíta, cómete el pollo”.
Pues el pollo le sentó bien y esta joven ha estudiado un carrerón en el extranjero, habla idiomas, no da un escándalo y centra a su madre (y a su padre) cuando tiene que hacerlo. Ahora trabaja en Los Ángeles. Solo nos falta verla en los Oscar.