El ex de la marquesa de Griñón se ha refugiado de la tempestad mediática en la casa de un buen amigo en La Finca, una exclusiva organización blindada de Madrid de difícil acceso. Sin embargo, desde que Tamara Falcó rompiera su compromiso con él, no todo han sido llantos. Íñigo Onieva ha estado de fiesta con sus amigos tras la ruptura.
La revista Semana cuenta este miércoles que el empresario de la noche se fue con sus colegas de parranda. Desde que el pasado 23 de septiembre se difundiera el vídeo de su beso con otra mujer en Nevada, su vida ha dado un giro de 180 grados.
Mientras tanto, la que fuera su prometida viajó a México el pasado fin de semana para acudir al polémico congreso sobre la familia tradicional del que tanto se está hablando. Tamara, que pertenece a una familia de todo menos tradicional (su madre ha tenido tres maridos, un novio y dos divorcios), se atrevió a cuestionar los «tipos de sexualidad» con unas polémicas declaraciones por las que ha sido muy criticada.
En este congreso, de corte ultraconservador y ultracatólico, la hija de Isabel Preysler y Carlos Falcó tampoco pasó por alto todo lo ocurrido con el diseñador de coches. Habló de que con él ha vivido un «despertar espantoso»: «Yo no siento odio hacia él ni aberración, me da pena, me da pena que con todas las cosas maravillosas que hay en la vida, vea, o sea, que considere que esas son las cosas por las que vive, a mí eso sí que me da pena», declaró.
Tras convertirse en el hombre del que más se habla, Onieva busca el mejor modo de gestionar su imagen y medita sus próximos pasos con los consejos de expertos. Tampoco descarta una vez haga las consultas oportunas, llevar a cabo las acciones legales encaminadas a frenar la tormenta mediática que le ha caído encima y a poner coto a algunos comentarios, así como a la continua difusión de escenas que protagoniza. Íñigo quiere averiguar por el momento si se ha atentado contra su intimidad, se ha vulnerado su derecho al honor o si su imagen ha sido perjudicada
