¿Podría considerarse José Fernando Ortega parte de lo que su hermana Rocío Carrasco diferencia como «familia mediática»? Por el cariño y la ternura con los que habla de él, parece un no rotundo. La primogénita de Rocío Jurado ha abordado en el capítulo 12 de ‘En el nombre de Rocío’ los entresijos de la relación con sus hermanos menores, Gloria Camila y José Fernando Ortega, y las razones y puntos de inflexión detrás de su distanciamiento. Si bien a la hora de hablar sobre Gloria Camila sí que se aprecia cierta tensión en su tono, cuando se refiere a José Fernando lo que inunda su voz es tristeza y compasión. Ya hace mucho de la última vez que se vieron, una conversación que Rocío Carrasco no se quita de la cabeza y sobre la que ha hecho una de las pocas excepciones que se ha permitido en su nuevo testimonio.
El 17 de junio de 2011, José Fernando alcanza la mayoría de edad y toma la decisión de llamar a su hermana mayor para aclarar una serie de puntos sobre la herencia de su madre, Rocío Jurado. Ambos quedan en verse en su casa y «cuando llega, me dice que necesita que yo le dé todos los papeles de la herencia de mi madre».
Perpleja por lo que le planteaba, pero comprensiva, le hace entender que «eso no me corresponde a mí. Primero, yo no sé a ciencia cierta, y al céntimo, la cantidad exacta que tú percibes de tu madre. Yo no soy quién para darte a ti ninguna documentación. Primero, que no es tuya, que es mía; y segundo, que le correspondería a tu padre, aunque seas mayor de edad». Entonces es cuando le insta a que hable con Ortega, «ya tienes la capacidad suficiente para sentarte con tu padre y decirle: «Explícame eso», le aconsejó.
Rocío siente que su hermano «tenía la cabeza hirviendo». «Al darse cuenta de que yo también, le digo que no, se pone hecho un… y se va de casa. Se va enfadado, empieza a despotricar y se va», revela preocupada.
Las sospechas de Carrasco acerca de si tanto José Fernando como Gloria Camila han recibido la herencia de su madre son vagas y apunta: «Puedo tener es una noción o una intuición por hechos que han sucedido y que a mí me han dado a entender que, por lo menos en ese momento, José Fernando no tenía conocimiento total de los números que presentaba la herencia de su madre».
A pesar de aquel desencuentro, hubo otro encuentro entre hermanos. Rocío ya ve que los problemas de adicciones están haciendo mella en la actitud y el ánimo de su hermano, que ahora tiene 29 años. La pena en su voz se hace más profunda. «En ese día no quiero ahondar, porque José Fernando es un niño que no se ha metido nunca en nada de nadie, que no le ha hecho daño a nadie, nada mas que se lo ha hecho a sí mismo», manifiesta con tristeza. A Rocío se le despierta el instinto protector con él, y por cómo habla, se aprecia el enorme cariño que le tiene. «Es un tío que es supernoble, que tiene un corazón… Es el mejor, con muchísima diferencia. Luego es un niño que ha cometido errores, muchos, pero esos errores a la única persona a las que se le han hecho mal es a él. Él no tiene una mala palabra para nadie».
Entonces, Rocío pronuncia las palabras que apenas le hemos escuchado hacia nadie de su familia: «Yo le he perdonado. Lo tengo un cariño muy grande, claro que si«. Consciente de la compleja situación que atraviesa José Fernando, que actualmente está internado sometiéndose a un tratamiento contra sus adicciones, le da un consejo de hermana mayor: «José está donde está, yo tengo ese sentimiento, José tiene ahora cosas de las que preocuparse como es su hija y como es ocuparse de él mismo. Eso es lo mas importante».