Alessandro Lequio (Lausana, Suiza, 17 de junio de 1960) es, sin haberlo decidido él, uno de los abuelos de moda, y todo gracias a Ana Obregón, que trajo al mundo a Ana Sandra Lequio, según ella, hija biológica de Aless, fallecido hace tres años. Lequio, como adelantamos en este portal, es nombre porque la presentadora no pudo usarlo como apellido.
El italiano, al contrario que su ex, con quien mantuvo una relación no muy larga hace treinta años, ha tratado de eludir en lo posible la locura mediática que colonizó la crónica social desde que salió a la luz la noticia del nacimiento de la bebé quien, junto a su madre legal, ha protagonizado exclusivas, portadas, entrevistas, comentarios, debates parlamentarios y ha sido la bandera de enganche de la promoción del que dicen que es el libro más vendido de España, El Chico de las Musarañas, la novela escrita por la bióloga y en la que se incluyen varias páginas redactadas por Aless Lequio. Los beneficios de la obra van a parar a la fundación promovida por Alessandro y Ana para la lucha contra el cáncer.
Una de las ramas de las múltiples polémicas desatadas tras la decisión de Ana Obregón de ser madre por vientre de alquiler a sus 68 años y usando el semen de su hijo, fallecido en mayo de 2020, ha salpicado inevitablemente a Alessandro Lequio que, más allá de sus silencios, ha dejado claro que él sabía de las intenciones de su ex, pero que no tuvo nada que ver en la decisión ni tiene por qué asumir las consecuencias.
Sabemos gracias a las contadas pero elocuentes intervenciones de Lequio que él no ha respaldado las justificaciones de la actriz para su tomar su insólita decisión de ser madre-abuela. Ana Obregón asegura que todo corresponde a un deseo de su hijo, expresado antes de morir. Según ella, Aless le pidió que sacara adelante su fundación de ayuda contra el cáncer y que terminara su libro. Pero también, siempre según la actriz, le dijo que quería que le hiciera padre incluso después de muerto. Ana Obregón puso por testigo a Lequio, y sostuvo que esto se lo pidió Aless delante del su padre.
Pero Lequio no ha respaldado nunca esta afirmación e incluso es evidente que no está de acuerdo con una decisión de Ana que respeta pero de la que no quiere participar. No consta que haya visitado a su supuesta nieta desde que la actriz regresó a España procedente de Miami hace un mes, y tampoco parece que vaya a participar en el bautizo de la pequeña, aún sin fecha establecida.
Este viernes, desde Informalia contábamos en exclusiva los planes de verano de Ana Obregón: tiene intención de desplazarse con su hija y una cuidadora a Mallorca, en un avión privado, según nos dicen. Y ha alquilado una casa en la isla porque no va a compartir la suya (El Manantial), con sus hermanos, herederos también de la mansión desde la muerte de sus padres. Se llevan bien, dicen ellos, pero cada uno en su casa.
Desde el entorno del bisnieto de Alfonso XIII nos confirman que tampoco se espera «ni de lejos» un encuentro estival de Lequio con su nieta o su ex. El italiano tiene previsto escapar de Madrid a varios destinos, uno de ellos Galicia, donde tiene casa, y siempre junto a María Palacios, su mujer, y por supuesto su hija Ginevra.
La relación con Ana Obregón es inexistente. Lo justo y necesario entre personas que tratan de ser cordiales. Eso es lo que quiere Lequio, que ya adelantó que él tiene una familia, y Ana Obregón está fuera de su vida, con o sin Ana Sandra, por mucho que Ana quiera arrastrarle a su teatro vital. Lequio ha llevado el dolor inmenso por la muerte de su hijo de una manera muy distinta a la que ha mostrado Ana. La tragedia no la han vivido igual. Obregón ha hecho homenajes mediáticos cada 13 de mes (Aless falleció un 13 de mayo), y no ha parado de compartir imágenes, llantos, entrevistas y demás exhibiciones, algunas de ellas muy bien pagadas en forma de exclusivas.
Con Cristina Tárrega
Lequio lleva su dolor más adentro. Pidió a sus compañeros de Telecinco que no le preguntaran por ello, y evitó en lo posible subirse a la gigantesca ola mediática alimentada hasta el empalago por Ana Obregón desde sus propias redes o desde las exclusivas que ha vendido, tanto tras la muerte de Aless como tras el nacimiento de Ana Sandra, convertida en el inocente e involuntario escaparate de la crónica social hasta el punto de competir y hasta eclipsar temas como la boda de Tamara Falcó o la tortuosa ruptura de Piqué y Shakira.
Aun así, Lequio no ha tenido más remedio que dar algunas pistas, porque ocupa una silla fija en la tertulia de crónica social de Ana Rosa Quintana. Y lo que hemos visto han sido atronadores silencios, expresiones muy gráficas y puntualizaciones que no coincidían precisamente con el discurso inicial expuesto por Ana Obregón, haciendo ver que hablaba «todos los días» con Lequio, y que el «abuelo» participaba y conocía de sus insólitas decisiones, y no nos referimos solo al hecho de haber sido madre a estas alturas, con el esperma de su hijo muerto, sino al espectáculo mediático con el que ha acompañado el acontecimiento desde los medios de comunicación y con un componente añadido: cobrando por exponer a la niña. Lequio remarcó que a él le gustan los niños, pero dejando claro que los suyos.