David Beckham nació en 1975 en el barrio residencial londinense de Leytonstone, adonde se trasladaron sus padres en 1969. Él era empleado de una compañía de gas y frustrado futbolista y ella peluquera. Lo de Sir fue un galardón que le entregó la reina Isabel II de Inglaterra en 2003 al condecorarle en el Palacio de Buckingham con la Orden del Imperio Británico. Aquel día, el internacional llegó al acto con su habitual coleta y una vistosa corbata en tonos plateados acompañado de su esposa, Victoria Beckham, ex componente del grupo Spice Girls. Vestía con un traje negro de chaqueta y falda y un llamativo tocado de plumas. El jugador, que llegó a la recepción en un lujoso Bentley, también contó con la presencia de sus abuelos.
La pareja goza actualmente de una posición tan privilegiada que se permite ironizar sobre sus orígenes mientras disfrutan de lujos prohibidos al resto, como ocurrió hace solo unos días en Ritz. El matrimonio celebró un almuerzo junto a los padres de Victoria, Jackie y Anthony Amas, el 31 de diciembre para despedir el año y el exfutbolista aprovechó para poner la guinda con una fotografía en su cuenta de Instagram acompañada de un irónico comentario: «Sólo un almuerzo informal de Nochevieja en el Ritz». Y continuó haciendo referencia a una simpática escena del documental «Beckham», de Netflix. «Muy obreros mi suegra y mi suegro. Se fueron de allí en un Roll’s».
En aquella escena, rodada por el director Fisher Stevens, la exintegrante de Spice Girl quiso recordar que no proviene de un entorno adinerado y que tanto ella como David tuvieron «padres que trabajaron muy duro». Desde su lujosa residencia en Londres, Victoria Beckham relataba sus orígenes de clase trabajadora. David, por su parte, asomaba la cabeza incrédulo e insistía en que tal vez su crianza pudo ser más privilegiada de lo que intentaba hacer ver la diseñadora. «Sé honesta», le increpaba con humor su esposo: «¿Qué coche usó tu padre para llevarte a la escuela?» Finalmente, a Victoria no le quedó más remedio que admitir que en los ochenta su padre llegó a tener un Rolls-Royce.
«Gracias», respondía David antes de cerrar la puerta con un sonoro golpe y dejando a su esposa casi con un puchero en el rostro mientras trataba de recuperar la compostura lo mejor posible. Es una de esas anécdotas que se prestan para volver a ella en cualquier sobremesa familiar. Más divertida si se comparte con los 86,4 millones de seguidores que tiene él en Instagram.