Ana María Aldón ha reconquistado su vida. Saborea el buen momento personal y profesional que atraviesa disfrutando ya de la romería de El Rocío junto a su hijo y su marido, José Ortega Cano. Marchar al ritmo de su propio tambor no ha sido fácil. Le ha costado enorme malestar con el extorero, con el que ya está recuperando el tiempo perdido; pero las tensiones con su hija, Gloria Camila, están en uno de sus puntos álgidos. Ana María Aldón ya no se calla y, tras un nuevo reto alcanzado en la ‘Sálvame Fashion Week’ se enfrenta a las críticas y aclara si ha cambiado su opinión sobre Rocío Carrasco. Con ella coincidió entre las bambalinas de tan singular desfile después de haberse desmarcado de toda su familia al mostrar empatía y entender su dolor como mujer y como madre. Dos mujeres valientes, fuertes y con mucho en común.
Ana María Aldón empieza dándonos toda clase de detalles sobre su encuentro con la hija de Rocío Jurado. Lo hace sin querer regodearse en el morbo. Es un tono respetuoso y también curioso, sorprendida por la expectación que ha generado.
“Cuando yo estaba en maquillaje la vi en el espejo. Se acercó y me saludó y yo la saludé. Es lo más correcto que hay, saludar a una persona que a mí no me ha hecho nada, ni yo a ella”, nos cuenta. “Ella me dio dos besos cuando me conoció, al principio de yo estar con mi marido”, un gesto tan inocuo y cotidiano, en realidad, en su caso, estaba cargado de simbolismo.
El encuentro de Ana María y Rocío llega después de la gran resistencia que despertó en el seno de los Mohedano, Flores y Ortega –con Gloria Camila y Rocío Flores a la cabeza– que Aldón manifestara que sí cree a la hija de Rocío Jurado; controversia familiar de la que contamos todos los detalles en Lecturas. El encuentro entre ambas mujeres en la ‘Sálvame Fashion Week’ escenifica por un lado que Ana María tiene sus propias opiniones, aunque difieran de la del clan, y que además no tiene problemas en escenificarlo.
Al respecto de esta cuestión, reflexiona: “Para mí ella es la persona que ha hecho una docuserie diciendo que no cree que fuera acertada la decisión que tomó su madre [de casarse con Ortega], que al fin y al cabo tomó ella”. Y sin embargo, en los dos besos que se dieron para saludarse, pesó un aspecto fundamental para Ana María: “Para mí, Rocío Carrasco es la hija de Rocío Jurado, a la que he admirado muchísimo“. La admiración hacia la más grande puso a Ana María en el camino de Ortega Cano, por lo que hay una gran carga emocional en todos estos movimientos. Como si cerraran un círculo.
Volviendo a aquellas afirmaciones de Rocío Carrasco en ‘Rocío, contar la verdad para seguir viva’, supusieron una violenta sacudida en el exdiestro, y Aldón apunta: “Yo también quería para mi madre un príncipe y no lo encontré”.
Entonces, ¿por qué no le negó el saludo entonces? Serena y, sobre todo, sin rencores, defiende: “Tengo mis valores, mi propia forma de pensar y no me gusta arrastrar lastres. No me gusta cargar una mochila, pesa mucho. Ella dio su opinión, dijo lo que pensó y ya está”. Y subraya, finalmente, “no se trata de empatía, es que simplemente se trata de educación: “Un beso, Ana María”. Tú, como persona educada, le respondes de la misma manera.